Voy
a confesaros algo: me gustaría afrontar la escritura como profesión. El precio de mi novela Kindle quizás no refleje
eso, pero así es.
Nunca me ha gustado hablar de dinero. Si lo hago es pensando en el precio de la mayoría de las novelas Kindle de escritores noveles. Porque, ¿acaso la mía es especial? ¿tiene algo que no tengan las demás? Si hay tantas a 0'89 euros, ¿por qué La Séptima Fase. Identidad vale 1'84?
Si.
En Amazon.es podemos encontrar miles de libros electrónicos a menos
de 1 euro. Es algo muy positivo para los lectores que lo que quieren
es leer. Y cuando se lee mucho, cuánto más barato mejor. Eso es una
ley universal.
Pienso
que el lector no tiene por qué preguntarse lo que gana el autor por
cada ejemplar vendido, como tampoco valorar si eso es mucho o es
poco. Al lector (y yo también soy uno), le corresponde leer. Cada cual es un mundo. Varían los gustos y varía la forma de
valorar un libro en función de la calidad del texto, de los
argumentos o del precio. Hay libertad total más allá de las
campañas publicitarias que nos meten un título hasta en la sopa.
Pero,
¿qué pienso como autor? ¿en qué me basé para fijar el precio? En
primer lugar he de confesar que el esfuerzo y el tiempo invertidos en
escribir, corregir y publicar, es una pasada. Estoy tan convencido de
ello, que incluso dudo que el dinero sirva para compensarlo.
Puede
parecer algo contradictorio si tenemos en cuenta que me gustaría
dedicarme a esto a tiempo completo, y que para ello tendría que
cubrir una serie de necesidades (algunas se suponían que eran
derechos, pero con la crisis parecen más bien vicios), como comer
varias veces al día, vivir bajo techo con cierta salubridad,
vestirme, calzarme, crear una familia, etc. Cosas que precisan de lo que
tod@s ya sabemos, vamos.
Como
autor, quizás debería pedir una retribución que cubriera el tiempo y el esfuerzo invertidos, eligiendo un precio alto
que también reflejara todo lo que le aporto al lector... (bla bla
bla, bla bla bla, bla, bla, bla). Sin embargo, llámame raro si quieres, no pienso de esa manera. Si lo hiciera me estaría entrometiendo en
una decisión que le corresponde al lector.
Yo
lo veo de otra forma: ahora mismo, la primera entrega de la saga La
Séptima Fase es una especie de inversión a fondo perdido. Lo que pasa es que necesito algunas respuestas. Porque, ¿cómo sé que mi
novela transmite y gusta? ¿cómo sé que el lector ha disfrutado y
tiene ganas de más?
Si
distribuyera la novela gratis no podría seguir escribiendo, y si se
vendieran tropecientos mil ejemplares a 89 céntimos, nunca sabría
si es porque el libro gusta de verdad o porque es barato. Y esa es
una duda que no quiero tener.
Para solventarla llegué a la conclusión de que debía entablar una relación de honestidad con los lectores. Decidí que todas las entregas de la saga han de tener el mismo precio. Si. Para mi, un lector no es un pez al que debo pescar, sino una persona con necesidades y expectativas que debo cubrir.
Para solventarla llegué a la conclusión de que debía entablar una relación de honestidad con los lectores. Decidí que todas las entregas de la saga han de tener el mismo precio. Si. Para mi, un lector no es un pez al que debo pescar, sino una persona con necesidades y expectativas que debo cubrir.
Es
verdad que lo de poner la primera entrega a un precio bajo para luego
incrementar el de la segunda o el de la tercera, es una estrategia
que responde en cierto modo a nuestros propios hábitos de consumo.
Porque no nos engañemos. Comprar barato es una tentación para
tod@s, de manera que una de las pocas formas que tiene un autor novel
de darse a conocer, es precisamente esa: poniendo un precio bajo a
la primera entrega. ¿Es inmoral? ¿es coherencia pura? Ahí lo dejo.
De
todas formas, si en el momento de fijar el precio de mi novela
hubiera tenido la certeza de que la iban a comprar ¿qué te digo
yo?, 40.000 personas, pues probablemente me hubiera decantado por algo parecido a 89 céntimos. Pero, ¿cómo puedo saber eso? No hay manera cuando no te conoce ni el tato.
¿Por qué 1'84 euros y no otra cantidad? En primer lugar, porque es un
precio lo suficientemente alto como para que el volumen de ventas me
transmita un mensaje muy claro. Hay dos respuestas posibles: ¡dedícate a otra cosa, tío! o ¡queremos una segunda entrega,
ya!
En
segundo lugar, porque tras barajar distintas posibilidades (básicamente múltiplos
y submúltiplos de pi y phi), decidí centrarme en la antropometría
de una forma mucho más directa. La fórmula resultante es tan subjetiva
como sencilla: si el volumen de ventas ha de reflejar el valor que le
confieren los lectores a mi obra, el precio ha de ser mi altura en
euros.
Todo
eso forma parte de un sistema cerrado. En efecto, la primera entrega
de la saga es una especie de inversión a fondo perdido. No obstante,
el feedback que necesita el sistema ha de venir a través del volumen
de ventas, porque eso también aportará las respuestas a estas otras
preguntas: ¿cuántos ejemplares necesito vender para poder dedicarme
por completo a escribir la segunda entrega? ¿cuánto tiempo tardaré
en terminarla si no me dedico a ello a tiempo completo? ¿le importará a alguien? Y, por último, ¿es consciente el lector de hasta qué punto es una pieza clave del proceso creativo? ¿cómo actuará sabiendo que su futuro está en sus manos?
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