Publicar
en formato electrónico tiene para mí tres grandes ventajas:
tengo un control total sobre la obra, es la forma más barata de
publicar y puedo utilizar internet como canal de comunicación con
los lectores. Se trata de una valoración tan personal como
subjetiva, basada en tres razones tan personales como subjetivas. Con
todo, es inevitable abordar el debate entre formato electrónico y
libro de papel.
Una
de las razones más importantes tiene que ver con el hecho de que
puedes tener un control total del proceso, especialmente en lo que se
refiere al texto. Pienso que esa sensación de Juan Palomo (yo me lo
guiso yo me lo como), es algo normal en el escritor novel. Sobre todo
cuando no conoces el funcionamiento del mercado tradicional o
consideras que es difícil acceder al mismo.
Como
autor novel me veo como una persona que aspira a introducirse en un
mercado que desconoce, de manera que no concibo mi obra como si fuera
un producto. No. Yo me preocupo más por el contenido, y considero
que la integridad del mismo es la forma más auténtica y honesta de
relación entre autor y lector.
Es
indudable que un editor puede hacer que tu obra, con tan solo unos
pocos cambios, alcance unas cotas de éxito que jamás vas a lograr
como independiente. Esto sin hablar del marketing o de la
distribución. Porque, no nos engañemos, un editor profesional
también es alguien que conoce los gustos de los lectores, sabe qué
es lo más demandado y cómo presentar la obra para cubrir esa
demanda.
Ese
es su terreno, no el mío. Yo, como neófito terco, estoy más
interesado en la integridad del mensaje que en la posibilidad de
lograr un número uno en ventas. Dentro de unos meses quizás me
refiera a ello como otro de los errores que cometí al empezar. Pero
hoy por hoy, esta es mi postura.
Otra
de las ventajas del formato electrónico: es la forma
más barata de publicar una obra. Es algo que valoras cuando
tienes pocos recursos. O la única opción si no tienes ninguno.
Además, hoy por hoy el precio de un libro electrónico es mucho
menor que el de un libro impreso. Esto es algo a tener en cuenta con la
que está cayendo, porque un lector voraz quizás no puede comprar al
mes más de un libro de papel.
Todos
podemos opinar en el debate sobre qué soporte es el mejor. Lo que no
es justo es relacionar libro electrónico con contenido de mala
calidad. Es evidente que la calidad puede depender del editor en gran
medida; pero la ausencia de un editor profesional, no significa la
ausencia de calidad.
Creo
que todos estamos de acuerdo en algo: el papel es insustituible. Sin
embargo, ¿de qué sirve el soporte si lo que nos interesa es el
contenido? Ahí todo depende de nuestras necesidades individuales, de
si queremos leer, consultar, fardar del tamaño de mi biblioteca o,
mucho peor, mostrar que soy más fetichista del papel que nadie.
El
libro de papel es una puerta individual a un contenido muy concreto.
Sin embargo, gran parte de la magia que suscita no tiene nada que ver
con el contenido, sino con los sentidos: lo impreso se huele, es un
objeto tridimensional con el que podemos jugar en las manos,
cambiando su perspectiva. El continente aspira a ser un cubo mágico,
y en ese proceso imposible incluso nos olvidamos del contenido.
Esa
experiencia sensitiva puede llegar a ser tan fuerte, que si el
contenido y la portada no nos cuadran incluso tendremos la sensación
de que algo falla. ¡Como si en el fondo tuviera algo que
ver...! ¡Como si no quisiéramos ver que hay marketing de por medio!
La
disociación entre contenido y soporte que se produce entre archivo y
lector de archivo, rompe esos nexos ilusorios
concepto-tridimensionales. Sin embargo, te abre otras vías
distintas. En un lector puedes almacenar miles de libros, llevártelos
a cualquier parte y acceder a ellos de forma inmediata cuando te
plazca.
Dicho
esto, no tengo nada claro qué finalidad tiene el debate entre
formato electrónico y libro de papel. O mejor dicho, no sé a
quién le interesa que este tema salga a la palestra. Recuerdo por
ejemplo mi resistencia inicial a tener un teléfono móvil. Lo veía
como un objeto maldito que terminaría por atarme, al igual que al
resto, y no como una herramienta muy útil para hacer cosas
concretas.
Luego
descubrí que no es que nos ate, sino que dejamos que nos ate. Hasta
el punto de que a partir de un momento dado puede que ya no nos valga
cualquier móvil. No. Necesitaremos que la experiencia sea más
sensitiva, de manera que el siguiente ya tendrá cámara de fotos
y conexión a internet. Sí. Hasta que llegó la crisis y las
facturas me susurraron: olvídate de ilusiones sensitivas y fíjate
en tus necesidades reales.
La
tercera razón que me llevó al formato electrónico tiene que ver
con el canal: internet. Internet no es sólo un canal de
distribución, sino un canal de comunicación entre autor y lector.
Desde mi punto de vista, el formato electrónico trae consigo dos
cambios radicales. De un lado, la disociación entre soporte y
contenido implica un cambio de estrategias para responder a un nuevo
patrón de consumo. De otro lado, hacer de un blog y de las redes
sociales el canal principal de la comunicación entre el autor y los
lectores, es algo que beneficia a los últimos mucho más que al
primero. El contacto es mucho más rápido, directo y duradero. Y
esas son necesidades que puede tener un lector.
No hay comentarios:
Publicar un comentario