lunes, 25 de marzo de 2013

El mercado de la física digital


Compramos un libro electrónico porque nos seduce el género y consideramos que su contenido es lo que necesitamos en ese preciso instante. Cada autor es un mundo. Cada lector es diez mundos en uno.

Internet ha recogido el guante de tantas y tantas personas que se autoeditan, encargan cincuenta o cien copias de sus obras y las venden una a una. Las tiendas virtuales que no ofrecen servicio de revisión o corrección, que de hecho no se preocupan de ello, sólo se han sumado a un fenómeno existente en el mundo físico. La magnitud es llamativa pero engañosa.

A mi modo de ver, las dos grandes novedades que ofrece el ámbito electrónico es la posibilidad de publicar e incluso publicitar de manera gratuita (en dinero, que no en tiempo y esfuerzo). Es cierto que poner una obra a la venta a nivel mundial es un punto importante, pero si tenemos en cuenta que la red es de por sí mundial, quizás no tenga mucho sentido destacar eso.

Esto en cuanto a las bondades. En la cara opuesta tenemos sobre todo un mercado que todavía apenas se ha desarrollado en España y tantos otros países. Y no. La distribución ilegal de libros electrónicos tampoco es una novedad. Sólo es una consecuencia de los vicios de internet.

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