La decisión de no firmar la novela con mi nombre real me llevó a la difícil tarea de buscar una alternativa. El origen del seudónimo Simon Yepes se encuentra en un juego de palabras no demasiado logrado que completé con otros juegos aún más abstractos. Lo juro.
Todo
comenzó mientras imaginaba el hogar de una de las especies que
intervienen en la Séptima Fase. La especie talquiana para ser
exactos. A mi cabeza vino la idea de un sistema estelar múltiple y,
puestos a fantasear, qué menos que poner un poco de mi parte y darle
un toque de originalidad. Así acuñé el concepto macrosistema
sintónico (MS), conjunto de sistemas solares que conforman una
sintonía orbital en torno a una estrella central que a su vez puede estar orbitada (o no), por uno o más planetas (de su propio sistema), con su
respectivo o respectivos satélites. Ain, ¡cuántas posibilidades para
un invento!.
Mientras
me documentaba sobre los sistemas múltiples supe que la idea no era nada nueva. Me topé con la hipótesis de Paul Otto Hesse, según el cual nuestro sistema solar forma parte de un “macrosistema sintónico” con centro en las Pléyades, supuesta y concretamente en Alción, la estrella
de mayor magnitud.
Aunque Otto Hesse es premio Novel, esta hipótesis cuenta con escasos adeptos entre los astrónomos. No obstante, como autor de una novela de ciencia ficción es muy tentadora. Quería adoptarla sí, pero sin dar pábulo a una posibilidad que no estoy capacitado para contrastar. De ahí que no haga referencia a ella en La Séptima Fase.
Aunque Otto Hesse es premio Novel, esta hipótesis cuenta con escasos adeptos entre los astrónomos. No obstante, como autor de una novela de ciencia ficción es muy tentadora. Quería adoptarla sí, pero sin dar pábulo a una posibilidad que no estoy capacitado para contrastar. De ahí que no haga referencia a ella en La Séptima Fase.
El hecho es que tiempo
después, cuando me enfrenté al reto de encontrar un seudónimo, esa
posibilidad volvió a mi mente, y en agradecimiento por haberme inspirado decidí extraer un nombre y un apellido a partir de las palabras
Pléyades y pleyadiano. El problema es que las mastiqué tanto que al final me
convertí en una especie de agujero negro que se absorbió a sí mí.
Es lo que pasa cuando le das tantas vueltas a algo, que siempre
acabas por autosugestionarte.
Como
resultado, la elección de Simón Yepes se basa en un cúmulo de
aspectos que simplemente me parecieron simpáticos. De un lado, el
regusto afirmativo: el nombre empieza con un “Si” y del
apellido, algo más rebuscado, puede extraerse un “Yes”. Para
ello hay que recurrir a ese juego de niños que consiste en hablar
utilizando una letra (en este caso la “p”, “Yeps”).
Hubo
otro juego de palabras no menos forzado que me hizo mucha gracia: una
referencia a mis padres en español-inglés (Si-mon / Si -mom) e
inglés-francés (Ye-pes / Yes-père).
Se
trata de eso, de un juego de palabras. El nombre Simón no me sugiere nada por sí
mismo. Lees bien, Simón, con tilde. Ese fue el seudónimo original.
Sólo que al abrir la cuenta en Google me olvidé del acento y pasé
de Simón a Simon. Cosas del directo.
Por
su parte, y para terminar de colarme el apellido Yepes, recurrí a un
tercer calzo. Al hacer un pequeño balance de mi vida me vi pensando
en el compositor lorquino Narciso Yepes. Conclusión: era una buena
forma de reflejar mi nexo con la ciudad de Lorca, la misma que me
trajo a Murcia en 2004 y de donde es mi novia.
En
Lorca nació el fantástico compositor cuyo nombre está unido al
Conservatorio de música desde 1995. El edificio albergó desde 1788
la Escuela de la Purísima Concepción, puesta en marcha por el abad
Francisco Arcos Moreno, conocido popularmente como “Abad de los
Arcos”. Y ya puestos a criptorreligiosear, a jugar con las palabras o simplemente a
hacer el tonto, se daba la circunstancia de que este señor nació en
Tarifa (como yo), y que en 1789 el Colegio de la Purísima Concepción
comenzó a funcionar como una especie de centro asociado de la
Universidad de Granada, donde estudié Historia.
Ya
ves: un seudónimo a modo de palafito construido por un
agnóstico en paro. Lo cierto es que puestos a elegir, no puedo pensar en
otro. Ni estoy dispuesto a perder el tiempo haciéndolo. ¿Esperabas
algo así? ¿te ha decepcionado? ¿te importa un macrosistema
sintónico? ¿O dos...?
Entrada actualizada el 1 de abril de 2013.
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